PRINCE ha fallecido, dejando como otros grandes, un lugar irreemplazable en la música.
Cuando estaba en la prepa, mis amigos y yo éramos “metaleros intolerantes” pues todo lo que no tenía guitarra distorsionada y demás clichés del género no valía la pena escuchar. Pero, cierta vez alguien llegó con el álbum PURPLE RAIN, música de la película homónima, obra de un músico llamado PRINCE a quien más o menos conocíamos por algunos videos nada honorables para nuestros estándares. Casi a la par fue que escuchamos el disco y vimos la película (¡por la parabólica!) sorprendiéndonos por varias cosas: el solo de guitarra al final de la canción “Let’s go crazy”, la voz desgarradora en “Purple Rain”, y un ritmo muy contagioso y medio “dark” en “When doves cry” (canción que hasta la fecha me sigue gustando); además, Prince con toda su apariencia andrógina se hacía rodear de hermosas mujeres (¿recuerdan a Apollonia Cotero y a Sheila E?) que además tocaban guitarra, batería o teclados. El tiempo pasó, a algunos nos llegó la madurez musical como para quitarnos prejuicios acerca de la calidad y envergadura musical de muchos artistas, como del creador del “sonido Minnesota”. PRINCE, que luego optaría por hacerse llamar con un símbolo, rompiendo fijaciones por etiquetas, tendría una carrera prolífica y variada. No diré que soy fan de su música, pero sí debo reconocer que me gustan algunas de sus canciones, y álbumes como el “Black o sin título” o el mismo “Parle Rain” muestran la obra, y ahora legado, de un músico artista que creó un estilo. PRINCE ha fallecido, dejando como otros grandes, un lugar irreemplazable en la música. Descanse en paz. “Why do we scream at each other, this is what it sounds like when doves cry”
Escrito por Carlos Castillo