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Adriana Vázquez Velázquez

En 2015, después de graduarse en Historia del Arte y Cine de la Universidad de Stanford, Luke Lorentzen (Estados Unidos, 1993) llega a la Ciudad de México, su objetivo era realizar un proyecto audiovisual en torno a los momentos que se generan dentro del tráfico de las grandes ciudades. Viviendo a lado de un hospital, una mañana observó cómo una ambulancia se estacionaba frente a su casa. Al acercarse al vehículo conoció a la Familia Ochoa, quienes lo invitaron a subir y ver una noche de trabajo, la cual se ampliaría a 80 días de grabación durante tres años. El resultado de esta experiencia se ve plasmado en Familia de medianoche(Midnight Family, 2018), su segundo largometraje documental.

La película narra los servicios médicos y de traslado que ofrecen los Ochoa en su ambulancia privada. Fernando, un hombre de 40 años y con problemas cárdiacos, aborda cada noche la unidad en compañía de sus hijos: Juan, un adolescente de 17 años que funge como parámedico, conductor y jefe; y Josue, un niño de 12 años que prefiere el ajetreo de las emergencias que asistir a la escuela. Los objetivos de la familia son salvar vidas y lograr ganar dinero para su propia supervivencia; sin embargo, el sistema policial corrupto y extorsionador de la Ciudad de México los hace caer en prácticas que podrían resultar moral y éticamente cuestionables. 

Lorentzen ha descrito la labor de las ambulancias como «un mundo increíble, trágico y surreal», y para demostrarlo se ha alejado del uso de las entrevistas y de la voz en off, y ha optado por mostrar las acciones y reflexiones que realizan los protagonistas antes, durante y después de cada llamado de emergencia.

Lo increíble se aborda desde el montaje de escenas de acción. Mediante estas el  director es capaz de transmitir la adrenalina que experimentan los Ochoa por llegar antes que su competencia al lugar de los accidentes. Una edición que alterna imágenes de Juan frente al volante esquivando y  rebasando carros; y, mostrando como el personal que va en la parte trasera se tambalea, junto con las camillas y utensilios médicos, a causa de la velocidad. La atmósfera termina de crearse con las luces nocturnas, la lluvia y, sobre todo, con el sonido de los motores y sirenas de las ambulancias; el llamado que hace Fernando por altavoz para que los carros les cedan el paso. Todo esto remarca en el espectador el propósito primordial para los Ochoa: ganar dinero.

Lo anterior podría parecer una actitud frívola o lucrativa; sin embargo, a lo largo del documental se demuestra que esta historia va más allá. Luke Lorentzen hace empatizar con los personajes al mostrar el cuidado y atención que les ofrecen a las personas, desde brindar un abrazo para poder afrontar una crisis nerviosa o dar palabras de aliento. También busca alejar de los enjuiciamientos y  darnos a conocer, desde el punto de vista de la familia Ochoa, lo que afrontan quienes se emplean en este negocio. Situaciones que van desde familiares que se niegan o no cuentan con el dinero para pagar la atención brindada; hasta ofrecer sobornos a los policias para poder trabajar sin complicaciones administrativas y seguir en la búsqueda de un traslado en donde puedan obtener ganancias para dar mantenimiento y dotar de material necesario para el uso de su ambulancia, además de poder pagar la comida del día.

La cinta resulta relevante al mostrarnos un retrato apasionante, divertido y amoroso, en donde las situaciones retratadas se recrudecen y toman sentido al recordar la cifra contundente que se da al inicio del filme: “En la Ciudad de México, el gobierno opera menos de 45 ambulancias para una población de 9 millones de personas”. Un dato que ha llevado preguntarse una vez más ¿Por qué el sistema de salud mexicano es tan deficiente?

Brindar esta respuesta no es la intención que tiene el director, lo que busca es demostrar el modo en que los ciudadanos y operadores de ambulancias particulares ceden ante un sistema desorganizado y corrupto, todo con el fin de sobrevivir en un país que no les brinda lo imprescindible para tener una vida digna.

Familia de medianoche logró su estreno en el Festival de Sundance en 2019, en donde obtuvo el Premio Especial del Jurado; y, desde enero de este año puede verse a través de Netflix.

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