ARCHIVOS CLANDESTINOS “De los días oscuros” Parte 1
Por Ivan Moreno. 23 de septiembre 2020 Monterrey, N.L.- En la época en que me tocó volverme seguidor de las bandas de rock que tocaban en directo en la ciudad no recuerdo muchos espacios disponibles para hacerlo, no había un Café Iguana por ejemplo, eran días en los que el rock seguía siendo reprimido y estigmatizado socialmente, esto mismo reducía las opciones al mínimo, en entregas anteriores ya he mencionado “La Pared”, la galería de arte en Barrio Antiguo que Pedro Delfino usaba para presentar bandas y estudiantes de su escuela de rock, los espacios que se lograron con el sindicato de rock de la C.R.O.C. o las historias no muy lejanas de los conciertos que se realizaban en el “Casablanca”, es decir que no había un lugar ya dispuesto para este fin, la gran mayoría de los eventos realizados era autogestionados por las misma bandas, muchas veces con la carga económica para ellos mismos con la esperanza de que fuese un éxito y poder recuperar y en su extraño caso ganar algo de dinero.
En esta idea anterior fue que se generaron los conciertos de “La Logia”, o los realizados en los salones del Sindicato de mineros o de telefonistas, salones de fiestas en Guadalupe y un sinfín de historias más, sin entrar en la desgastada polémica que hay entre los músicos de aquellos años y los de épocas recientes de quien tiene mas valor que otros, me atrevo a decir que ahora (pre pandemia) se vive una era dorada en todos los sentidos para músicos de todas las corrientes del rock, yo en lo personal me expreso en lo que al metal se refiere.
Hoy les quiero hablar en particular de la Escuela en Electrónica y Computación ETEC.
Para los que hemos pasado algún buen rato en la cafetería de alguna prepa no se nos puede olvidar que este era un lugar de encuentro con raza de diferentes lugares de la ciudad, espacio para el cotorreo en las “horas libres”, para ligar, para “botanear” y muchas cosas más indudablemente, pues en el ETEC se le llamaba “Centro de Unión” oficialmente ya que era el lugar de encuentro de los alumnos de esta escuela que se ubicaba por la calle 5 de Mayo entre Juárez y Guerrero en el centro de Monterrey.
En esta parte del relato quiero utilizar ideas y palabras de dos artífices de la apertura de este espacio y quiero hacer una pequeña referencia de su escencia y presencia en este ingrato mundo del rock de Monterrey. Uno de ellos es Víctor Hugo Pérez Donlucas Ingeniero de carrera y que era maestro del mencionado ETEC, un entusiasta del rock, nativo de la colonia Independencia en Monterrey, conocido por muchos de esos días como “Lucas” yo me refiero a él incluso hoy en día como “Hugo ETEC”, la otra persona es José “Pepe” Coronado vocalista de la reconocida banda Quetzalcóatl una banda que en sus inicios hacia muestras de su destreza en el “Blues Rock” la cual empezó a sobresalir llegando a compartir escenario con los Real de Catorce en la “Alameda Mariano Escobedo”.
Pepe cuenta su acercamiento al ETEC de la siguiente forma: “Durante los últimos días del verano de 1991, supe que me estaba buscando una persona, con la cual me contacté, él era el director de una escuela técnica que se encontraba en el centro de Monterrey la cual llevaba por nombre «Centro de Unión ETEC», el Ing. Eugenio Martínez tendría alrededor de 50 años en aquel entonces, de figura rechoncha y estatura mediana, un hombre muy amable y todo un caballero (hace años que falleció Q.E.P.D), él quería que tocáramos en una especie de festejo para sus alumnos, era su manera de premiarlos y motivarlos por fin de cursos o algo así, me pasó a que viera el área de la cafetería, que se ubicaba al final de un pasillo de alrededor de 10 o 12 metros, cuando vi el lugar quedé impactado tenía una tarima de acero con cubierta de madera, ideal para ubicar a la banda, contaba con un proyector de luz roja, y además una bola con cientos de pequeños espejos que distribuía y fragmentaba aquella única luz roja en las 4 paredes negras y el techo del lugar, me pareció un lugar único el Inge nos contrató para que tocáramos ahí un Martes 10 de septiembre de 1991.”
“Una vez que tocamos ahí para los estudiantes, al finalizar me acerqué a él y con mucho tacto le pedí que nos permitiera hacer una “tocada” con acceso para público en general, a lo que de inmediato me respondió que no era posible, el lugar era una escuela, un plantel educativo, no era su intención hacer algo semejante, a los pocos días regresé para hablar sobre el mismo tema, lo noté un poco más interesado que la última vez, pero se ocupó, y dejamos la plática para otro día, yo no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de aprovechar un lugar como ese, así que un día después regresé a buscarlo, le expliqué cómo podría llevarse a cabo, tendríamos todos los cuidados, nosotros llevaríamos el equipo, comenzaríamos temprano, cobraríamos boleto de entrada y el dinero lo dividiríamos en partes iguales, de modo que sería una entrada extra de dinero para el plantel además, podríamos tener venta de cerveza, lo pensó y después de un rato me dijo: ok, con ¡una condición!….»sin alcohol».
Básicamente este fue el inicio de un espacio que en el corto plazo se volvió una gran oportunidad para las bandas del momento, seguían haciéndose eventos esporádicos en lugares improvisados, estacionamiento de restaurantes, tiendas de música, alguna plaza pública, otro punto a destacar fue la forma en la que se divulgaban los eventos a través de poster de imprenta, pero Pepe sigue en este sentido: ”pactamos fecha para el sábado 21 de septiembre, el costo de entrada serían $5,000 pesos ($5 pesos aunque haciendo una equivalencia en el valor adquisitivo representan unos $50 pesos de 2020), yo me encargaría de diseñar el “flyer” (a mano y a tinta china), además de la distribución de los mismos, él tenía a una imprenta a pocos metros de ahí, en la acera de enfrente, me llevó y me puse de acuerdo con el encargado sobre el formato, cantidad, etc., yo debía hacer el diseño en tamaño doble carta, llevarlo a un lugar a qué me sacaráan el negativo para después hacer la laminilla para su impresión”.
“Al cabo de un día me entregaron 1,500 impresiones mismas que en conjunto con la banda, entre más de 10 personas nos encargamos de pegar con engrudo (aún se podía) en todo el primer cuadro del centro de Monterrey. (Juarez, Morelos, Padre Mier, Cuauhtémoc, Pino Suárez, Colon y Madero)”. Yo recuerdo muy bien esa tocada pues fui con mi hermano Adán que aún era menor de edad, Quetzalcoatl era una de las bandas de las que nos hicimos amigos durante nuestra convivencia en el poniente de la ciudad Unidad Modelo, Loma Linda y Villa Alegre.
Continúa Pepe relatando la experiencia: “la fecha de la tocada llegó, el lugar estaba atiborrado de banda en busca de rock and roll, todos se veían felices y llenos de adrenalina al tener un lugar como ese para disfrutar de la música (cabe señalar que para entonces existían muy pocos espacios para ello), ¡el ambiente era frenético!… mientras tocábamos una rola, repentinamente vi salir a un tipo de el baño, cargando un sanitario que había desprendido, y lo llevaba sobre su cabeza, el agua de orines escurría por su cabello largo, pero a él no parecía importarle, todo mundo enloqueció y un especie de “slam” se formó alrededor de él, todo era adrenalina hasta ese instante, hasta que al fondo del lugar pude distinguir la figura rechoncha del Ing. Eugenio mirando todo ese maldito desmadre, al final mientras recogíamos el equipo, me dijeron que pasara a la oficina con el Inge, ya me esperaba lo peor, llegué a su oficina y lo primero que me dijo fue: – Jamás pensé ver ese nivel de unión entre los chavos, convirtieron el lugar en una especie de “Hoyo Funky”, un mini “Rockotitlán”, ¿cuántas tocadas más quieres hacer?, ese fué el comienzo de un lugar icónico en Monterrey, que estuvo vigente por varios años, y dónde desfilaron un sin número de bandas de Punk, Death Metal, Thrash, Heavy, Black, y por supuesto Blues y Rock and Roll”.
Por su parte Hugo cuenta esta historia desde su perspectiva: “El Centro de Unión era un lugar donde a lo mucho podía albergar unas 150 personas, era una “cafeta” con paredes negras y una pantalla gigante donde los alumnos de la prepa podían ver videos promocionales de la prepa, películas, y la programación de MTV, un concepto muy diferente a las escuelas tradicionales”
Justamente es el evento de Quetzalcoatl cuando se le asigna a él la responsabilidad del evento pues además de ser maestro era el prefecto de la preparatoria y un amante del Rock y Metal, por lo que no había nadie mejor que pudiera encargarse de esta actividad. “Ese día de la primer tocada la mitad eran alumnos del ETEC y la otra raza conocida de los Quetzalcóatl, los cuales presentaron un repertorio de “covers” de Black Sabbath, The Doors, Iron Buterfly, La Revolución de Emiliano Zapata entre muchos otros, el escenario se llenaba de humo y daba inicio con el tema de Black Sabbath donde utilizaron una campana y un palo de lluvia para reproducir el sonido como en el disco original, esto combinado con las luces de colores se creaba una atmosfera alegórica y psicodélica, algo que no se había visto en las tocadas locales hasta ese entonces”. Este evento se convirtió en la antesala de lo que nadie imaginó que sucedería ya que Hugo visualizó este lugar como lo que siempre había hecho falta en la ciudad, el lugar ideal para apoyar a las bandas que permanecían en el anonimato por falta de espacios y apoyo… continuará.