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Globos y colores en el cielo de Santiago

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Eran las cuatro y media de la madrugada del viernes y empezaba la odisea de despertar. Norma y Yami esperaban a que pasara por ellas. Teníamos una cita en Santiago a las siete de la mañana.

Aún estaba oscuro la Carretera Nacional lucía oscura y solitaria. Las estrellas son más visibles al acercarnos a Cielo Mágico. Un letrero poco visible indica la entrada al campo, cuyo camino también era oscuro y silencioso.
Un agente de tránsito vigila una parte de ese tramo y a los pocos segundos nos encontramos con las luces del destino.
Había pocos carros y camionetas. Un camión dejó a un grupo de de jardín de niños abrigados con sudaderas de varios colores. A las seis de la mañana hacía frío y debimos cubrirnos bien mientras esperábamos entrar. Media hora esperamos para que nos permitieran ingresar y el Sol cada vez iluminaba más al avanzar los minutos.
Cajas rojas para refrescos, tarimas de madera, toldos y una muestra de celdas solares vimos en nuestra visita al terreno donde yacían enormes globos aerostáticos de colores.
Apenas inflaban los globos y ya había fila para subir a las canastas de mimbre. El sol apareció y permitió ver toda acción de los dueños y ayudantes de los globos. Cuerdas, ventiladores, tanques de gas propano eran parte de la aventura de montar un globo.
A los medios nos colocaron provisionalmente en la sala VIP. Nos ofrecieron donas y café como cortesías en food truck de una tienda de conveniencia.
Muchos fotógrafos, camarógrafos y otros con celular en mano, grabaron los momentos en que los globos despegaban del suelo aún húmedo por el rocío.
Algunos globos dieron un recorrido, pero media hora más tarde, el viento no permitió ni siquiera que se hicieran ascensos momentáneos, ya que los globos llegaban a tocarse. También un dirigible anduvo sobrevolando el área y tuvo dificultades para aterrizar debido a la fuerza eólica.
Más tarde, pasamos a Iluminarium, un enorme domo inflable donde los colores predominantes eran rojo, azul y verde y a donde solo se puede ingresar sin calzado, mismo que se deja en unas repisas de la entrada a dicho domo.
Cuando ingresamos, una música atmosférica se percibía en el fondo del enorme inviable. Había gente en el centro del domo tomando fotos o reposando. Sobre todo niños, pues era el momento de las visitas escolares.
También encontramos un enorme jenga temático de plástico y otros juegos del Museo Papalote del Niño.
Entrevistamos a una piloto de globos y nos comentó que en Estados Unidos el 25% de los pilotos eran mujeres. En México solo hay cuatro mujeres que tienen licencia para manejar un globo aerostático.
En el campo de Cielo Mágico puedes encontrar foodtrucks, bandas tocando en un escenario, actividades para la familia y souvenires del evento.
Una compañera de otro medio y yo, esperamos a otros compañeros que entraron al Iluminarium, por lo que decidimos sentarnos cerca de allí en unas banquita que se cayeron con solo haberlas tocado. Optamos por cambiar de lugar y observamos que esa serie de bancas estaban colocadas en un terreno muy irregular.
Eran cerca de las doce el mediodía y una chica del staff del evento nos daba la orden, de forma poco profesional ( ya que nos hablaba como si fuéramos niños), de abandonar la sala donde nos habían colocado. Es decir, no había un área asignada para los medios y desde lejos gritó a la gente de seguridad que no teníamos mas el acceso a esa área donde en un principio nos colocaron previamente y a donde llegó a saludarnos y darnos la bienvenida el alcalde de Santiago, NL, el ingeniero Javier Caballero Gaona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Sussy Robles

Fotos por Norma Rangel

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